El Atlántico Norte está reduciendo su capacidad de absorber dióxido de carbono, según revela una tesis doctoral realizada en el CSIC.
“El Atlántico Norte es uno de los principales sumideros naturales de carbono antropogénico. Ese CO2, tras ser absorbido por el mar, se disuelve y genera especies ácidas químicas que disminuyen el pH, fenómeno que se conoce como acidificación oceánica”. Los resultados obtenidos reflejaron que las tasas de acidificación del Atlántico Norte son elevadas y han ido en aumento durante las tres últimas décadas. Las aguas superficiales son las más afectadas.
Esa acidificación oceánica tiene evrdentes efectos nocivos para el ecosistema marino, como la reducción de la concentración en el agua del mar del ión carbonato (que afecta al crecimiento y desarrollo de conchas y partes de los moluscos) y la alteración de procesos fisiológicos (respiración, reproducción, crecimiento, supervivencia larvaria) de las especies marinas. La acidificación oceánica incluso acarrea la reducción de la velocidad de propagación del sonido en el agua de mar.
En cuanto al almacenaje de CO2, gas de efecto invernadero y uno de los principales contribuyentes al calentamiento global, “del emitido a la atmósfera aproximadamente el 45% permanece en ella; el 20-25% es almacenado en la vegetación (fotosíntesis) y el suelo mientras que un 25-30% se disuelve en los océanos”.
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