La investigadora noruega Gro Amdam ha conseguido revertir el proceso de envejecimiento en el cerebro de abejas. Su trabajo podría ayudar a las personas que sufren demencia.
El cerebro de las abejas tiene neuronas que son sorprendentemente similares a las nuestras. Analizando el rendimiento de insectos de edad avanzada en test de aprendizaje y memoria (relacionar un olor con una recompensa y recordarlo después) las abejas mayores simplemente tardaban más, pero cuando mostraban síntomas similares a la demencia lo olvidaban rápidamente, o no relacionaban los estímulos. “Estos problemas los vemos en personas ancianas, se ve reducida su memoria a corto plazo y su capacidad de aprendizaje”.
En la división natural de tareas en una colmena, a las abejas más mayores se les asigna recoger comida, y a las jóvenes cuidar de las larvas. Amdam comprobó que si alteraban la organización a la inversa, la mitad de ellas mejoraba sus capacidades de aprendizaje y su memoria. “Investigaciones sobre la tercera edad muestran que la estimulación social puede tener efectos positivos sobre la salud y la función cerebral”.
Se encontró que las abejas que mejoraban su rendimiento tenían niveles más elevados de ocho proteínas implicadas en el crecimiento, reparación y mantenimiento de las neuronas. “Existe cierta flexibilidad en el cerebro de las abejas, y es posible que en el de los humanos pueda tener un potencial similar y si es así, la cuestión es si podremos averiguar cómo aprovecharla. Otra alternativa sería entender cómo trabajan las proteínas y crear sustancias que produzcan efectos similares".
El cerebro de las abejas tiene neuronas que son sorprendentemente similares a las nuestras. Analizando el rendimiento de insectos de edad avanzada en test de aprendizaje y memoria (relacionar un olor con una recompensa y recordarlo después) las abejas mayores simplemente tardaban más, pero cuando mostraban síntomas similares a la demencia lo olvidaban rápidamente, o no relacionaban los estímulos. “Estos problemas los vemos en personas ancianas, se ve reducida su memoria a corto plazo y su capacidad de aprendizaje”.
En la división natural de tareas en una colmena, a las abejas más mayores se les asigna recoger comida, y a las jóvenes cuidar de las larvas. Amdam comprobó que si alteraban la organización a la inversa, la mitad de ellas mejoraba sus capacidades de aprendizaje y su memoria. “Investigaciones sobre la tercera edad muestran que la estimulación social puede tener efectos positivos sobre la salud y la función cerebral”.
Se encontró que las abejas que mejoraban su rendimiento tenían niveles más elevados de ocho proteínas implicadas en el crecimiento, reparación y mantenimiento de las neuronas. “Existe cierta flexibilidad en el cerebro de las abejas, y es posible que en el de los humanos pueda tener un potencial similar y si es así, la cuestión es si podremos averiguar cómo aprovecharla. Otra alternativa sería entender cómo trabajan las proteínas y crear sustancias que produzcan efectos similares".
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